16/03/2022 - Por Débora Gómez Carlos Blasco
LAS EPÍSTOLAS QUE NADIE LEE

Desde hace unos meses, ante el reclamo popular por las consecuencias de la política económica, han aparecido predicadores y apóstoles de la unidad. No proponen soluciones, ni alternativas del modelo económico de entrega de nuestros recursos naturales, de prebendas a la élite financiera y económica, ni aportan alguna idea sobre cómo lograr que en el país que produce alimentos para 400 millones de habitantes, coman 44 millones de argentinos. LEER MÁS ...


Habiendo dejado la política de lado, habiendo clausurado los espacios naturales de debate político, se refugian en las epístolas para manifestar sus inquietudes. Los operadores han reemplazado a los políticos y éstos, convertidos en gerentes de las corporaciones y embajadas que siguen alimentándolos como a perros falderos.


Hoy nos despertamos con un autodenominado grupo de intelectuales y artistas - no especifican qué función les gusta más ejercer - en la que desgranan sus apreciaciones sobre distintos hechos latinoamericanos de los últimos años.


Empiezan preguntándose: “ ¿Cuál es la mejor estrategia para enfrentar en la etapa actual a las fuerzas de la derecha, la ultraderecha y el neoliberalismo que se muestran activas y con una fuerte capacidad de interpelación social?”


Estoy convencida, como muchos otros, que antes de condicionar el pensamiento, se debe ejercer libremente. Para ello, deberíamos situar dónde está la derecha, el neoliberalismo y la ultraderecha, para así, saber qué queremos combatir.


Algunos personajes de la política, se autodenominan de derecha o neoliberales, lo que facilita el trabajo intelectual. No vale la pena referirnos a ellos. Los conocemos todos.


El problema lo tenemos con quienes, disfrazados de populistas, hacen políticas de derecha.Haber cedido ante las multinacionales agroexportadoras para privatizar nuevamente el dragado y administración del Río Paraná, es una política de derecha. Tan así es, que fue Menem, el neoliberal, el que concesionó el Paraná cuando aún no lo llamaban “hidrovía”, término acuñado en Estados Unidos y el Banco Mundial. El evento privatizador fue perpetrado por Roberto Dromi, luego de la ley de Reforma del Estado cuyo contenido fue escrito por Gustavo Béliz. El funcionario con zapatitos blancos, es hoy Secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación. ¡Y vaya si es estratégica la vía navegable interior por la que pasa el 75 % de las exportaciones argentinas!


Que haya pasado dieciocho de los últimos veinte años viviendo en Washington, EEUU, al servicio del Banco Interamericano de Desarrollo, tal vez sea una casualidad.


Legitimar la deuda ilegal contraída por Macri y sus secuaces (cosa que no hizo solo) para someter a varias generaciones de argentinos al arbitrio de intereses foráneos, es una política de derecha.


Dolarizar las deudas en pesos para “acortar los plazos de pago” medida aplaudida desde todos los sectores políticos, es una medida neoliberal y de derecha, pues se beneficia a bancos extranjeros que emiten dólares, contra el BCRA que emite pesos, condicionando las políticas cambiarias y económicas de los próximos años. Ya que cuando no haya dólares para pagar, se devaluará nuestra moneda lo que equivale a perder salario y jubilaciones.


Para colmo de paradojas, la deuda en pesos la había contraído un gobierno de derecha y la dolarización la hace un gobierno que se autoproclama “popular”.


Permitir la estafa de Vicentín, con la que vaciaron el Banco Nación y extranjerizaron la única agroexportadora local, con lo que se perjudica a la población y al Estado, es una política de derecha.


Reprivatizar los puertos, es una política neoliberal. Extranjerizarlos nuevamente, es una política neoliberal, de derecha y vendepatria ya que los dólares no quedan en las arcas nacionales, sino en las manos privadas que, además, suelen fugarlos o peor aún, fuerzan la devaluación de nuestra moneda..


 Financiar y subsidiar a empresas que fugan divisas, es una política neoliberal y de derecha.


Destruir el desarrollo satelital, ya sea habiendo extranjerizado los satélites como hizo Macri, o frenando los avances con funcionarios que no funcionan, es una política de derecha, neoliberal, y cipaya; porque somete las comunicaciones de los argentinos; su derecho a la información, la ciencia y la tecnología para el desarrollo.


Aceptar los condicionamientos de laboratorios extranjeros sobre la legislación argentina y en contra de los intereses de la ciudadanía es una política entreguista, de derecha y neoliberal.


 


Sin identificar las políticas de derecha, los intelectuales argentinos dicen “Estamos atravesando una etapa de triunfos y derrotas, de avances y retrocesos”.


 


Quienes pasamos 6 años retrocediendo, con la economía devastada, con los condicionamientos sociales y económicos de la pandemia, sobreviviendo apenas mientras vemos destruídos los sueños de progreso y desarrollo personal, nos encontramos con esta supuesta intelectualidad que nos habla de triunfos… El triunfo del neoliberalismo y la derecha es evidente, si ni siquiera quienes tienen el trabajo de pensar, piensan.


Sin especificar dónde están, ni cómo lo hacemos, con su pluma nos hacen cosquillas en la moral: “ El deber de la hora es sostener los proyectos progresistas y populares, fortalecer a esos gobiernos contra las arremetidas de las derechas, crear ámbitos para que la pueda desplegarse y tener siempre muy claro dónde está la contradicción principal.” ¿No es acaso una contradicción tomar las banderas peronistas para la foto mientras hacen políticas neoliberales; se arrodillan ante la 4ta flota; toman el té con los embajadores que usurpan nuestras Malvinas e islas del Atlántico sur y someten al pueblo al hambre?


 Como para incrementar el nivel de sarcasmo, los intelectuales (muchos de ellos funcionarios del actual gobierno) desde una epístola nos invitan a censurarnos y mantener el status quo porque podría despertarse el cuco de la derecha. Y terminan la misiva echada al viento, como las hojas secas del otoño y el polen que despierta alergias:


“Seamos capaces, todos y todas los que nos sentimos parte del frente nacido en 2019 gracias a una decisión histórica, de seguir inventando una política que nos pueda conducir a la construcción de un país más justo.”


¿Cómo podríamos los de abajo inventar una política cuando se han cerrado todos los canales de diálogo entre las bases y los dirigentes, impidiendo las elecciones para elegir candidatos?


Invitar a la participación en la creación, cuando se le cortan las manos, los pies y la lengua, es, por lo menos, sádico. ¿Cómo se puede construir un país más justo con políticas injustas?


Y si la derecha está del otro lado, si es tan fiera como la pintan, ¿cómo puede ser que se anuncie la creación de organismos del estado cuya finalidad es mantener un discurso ficticiamente progresista mientras se niegan derechos humanos básicos como el derecho al trabajo o a la comida? ¿Es acaso muy diferente la creación de la “Unidad para la Resiliencia” que la patética frase del ex ministro de Educación, Esteban Bullrich, diciendo que el objetivo era crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla? Que se les haya ocurrido en este contexto en el que los alimentos de los argentinos han sufrido un incremento de entre el 20 y el 40 % en el último mes, ya es lamentable. Pero mucho más triste es que de entre todos los cerebros que vieron ese decreto, ni uno haya tenido una neurona viva para comprender que era una provocación innecesaria. No sólo legitiman la deuda contraída por el Massacrismo. También su discurso.


Tenemos muy claro quién es el cuco de la derecha, porque el pueblo argentino lo ha sufrido a lo largo de la historia. Cinco veces hemos pagado las deudas de Macri y nunca lo hemos visto dar explicaciones en tribunales o perder un centavo de lo falsamente adquirido. Veinte años lleva la causa Correo Argentino.


Sigue en su cargo el mismo procurador interino que presionó a la fiscal que lo investigaba. El mismo que fue cómplice de la persecución a compañeros y garante de la impunidad más abyecta.


Siguen en sus cargos los jueces y fiscales que armaron causas falsas, compraron testimonios falsos; y extorsionaron a imputados y sus familias.


Siguen operando financieramente los mismos que fugaron el crédito fabuloso del FMI; y también quienes ayudaron a fugarlo.


Siguen presos los presos políticos.


Sigue fluyendo de los bolsillos de los trabajadores, el dinero que compra el silencio de los dirigentes sindicales más preocupados por el atril desde el que hablan en los actos públicos, que por la suerte de sus sindicalizados.


Sigue fluyendo el dinero de la pauta hacia los operadores neoliberales y de derecha.


El motivo de la unidad, que tanto pregonan, era terminar con estas injusticias.


La unidad la rompieron desde arriba, al romper el contrato electoral. Aunque peguen los pedazos para una foto, es evidente ante los hechos, que no hay unidad conceptual, ni programática, ni política.


Y por último, señores y señoras intelectuales -sobre todo aquellos y aquellas que son funcionarios y funcionarias: Nada crece sin alimento. Si quieren que “la derecha” no tenga chances electorales, dejen de hacer un gobierno de derecha, dejen de financiar a la derecha, y de una vez por todas, gobiernen para el pueblo.


 Débora Gómez Carlos Blasco


 


 


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