Los ataques, que incluyeron el uso de bombarderos B-1 de largo alcance pilotados desde Estados Unidos, fueron los primeros de una respuesta a varios niveles del Gobierno del presidente Joe Biden a una agresión del pasado fin de semana de militantes respaldados por Irán. Se esperaban más operaciones militares estadounidenses en los próximos días


Los ataques intensificaron un conflicto que se ha extendido a la región desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás tras el mortífero ataque del grupo militante palestino contra Israel el 7 de octubre.


El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanaani, dijo en un comunicado que los ataques estadounidenses representaban "otro error arriesgado y estratégico de Estados Unidos que solo provocará un aumento de la tensión y la inestabilidad en la región".


Irak también condenó los ataques estadounidenses, afirmando que habían matado a 16 personas, entre ellas civiles. En Siria, los ataques causaron la muerte de 23 personas que vigilaban los lugares atacados, dijo Rami Abdulrahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, organización que informa sobre la guerra en Siria.


El teniente general estadounidense Douglas Sims, director del Estado Mayor Conjunto, dijo que los ataques parecían haber tenido éxito, al provocar grandes explosiones secundarias cuando las bombas alcanzaron armamento militante. Los ataques se llevaron a cabo a sabiendas de que probablemente habría víctimas entre las personas que se encontraban en las instalaciones, agregó.
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El Pentágono no quiere una guerra


A pesar de los ataques, el Pentágono ha dicho que no quiere la guerra con Irán y que tampoco cree que Teherán la quiera, cuando ha aumentado la presión republicana sobre Biden para que dé un golpe directo.


Irán, que respalda a Hamás, ha tratado de mantenerse al margen del conflicto regional aunque apoya a grupos que han entrado en liza desde Líbano, Yemen, Irak y Siria, el llamado "Eje de la Resistencia", hostil a los intereses israelíes y estadounidenses.


El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, advirtió tras los ataques que Biden había ordenado más medidas contra la Guardia Republicana Iraní y sus socios. "Este es el comienzo de nuestra respuesta", señaló Austin.


"No buscamos el conflicto en Oriente Próximo ni en ningún otro lugar, pero el presidente y yo no toleraremos ataques contra las fuerzas estadounidenses", agregó.


Un comunicado del Gobierno iraquí indicó que las zonas bombardeadas por la aviación estadounidense incluían lugares donde las fuerzas de seguridad iraquíes están estacionadas cerca de localidades civiles. Además de los 16 muertos, 23 personas resultaron heridas.


La Casa Blanca afirmó que Estados Unidos había informado a Irak antes de los ataques. Bagdad sostuvo que la afirmación estadounidense de coordinación con las autoridades iraquíes era "infundada".


El Ministerio de Asuntos Exteriores sirio sostuvo que Estados Unidos estaba alimentando el conflicto en la región de una “forma muy peligrosa”. El viernes, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, afirmó que su país no iniciará una guerra, pero "responderá con firmeza" a cualquiera que lo intimide.


Hamás condenó los ataques estadounidenses y dijo que Washington estaba echando "combustible al fuego".


(Contribución de Enas Alashray, Adam Makary; Andrew Gray y Sabine Siebold en Bruselas,; Edición en español de Javier López de Lérida, Reuters).