13/07/2024 - EDITORIAL
PAZ, PAN Y TRABAJO: LA VIGENCIA UNIVERSAL DE UNA CONSIGNA POPULAR

El 30 de marzo de 1982, el Movimiento Obrero Organizado a través de su organización, la Confederación General del Trabajo (CGT), cuyo Secretario General era Saúl Ubaldini, encabezó una marcha con la Consigna paz, pan y trabajo, constituyendo un hito de protesta y resistencia contra dictadura militar que gobernaba el país. ¿Por qué traemos a colación esta marcha y esta consigna? En el mundo ya se habla de momentos de preguerra. Resulta llamativo que se hable de preguerra, porque hay una guerra entre Ucrania y Rusia desarrollándose hace unos años y otra en Oriente medio entre Israel y Palestina. En ambas guerras están involucradas muchas más naciones que las directamente beligerantes. ...LEER MÁS ....




Pero se habla de preguerra. Lo cierto es que el mundo está en guerra, aunque la guerra no haya llegado aún a territorio europeo. Los regueros de odio se extienden por el mundo a través de las redes sociales. Los líderes mundiales de las potencias de occidente no parecen estar a la altura. En distintas latitudes, sean países centrales o periféricos, cobran fuerza movimientos que utilizan el odio como motor de su política, y lo peor, les va bien y están en crecimiento. Los organismos internacionales encargados de hacer valer el derecho internacional, como la Organización de la Naciones Unidas (ONU) han perdido relevancia y capacidad de influir. Es decir, todo se configura para el escenario peor. Una guerra que se extienda.


Por eso es necesario pedir por la paz, y sobre todo desde Argentina, donde ha surgido un Presidente que hace del odio, la agresión y la descalificación el insumo básico de su comunicación y toma posición beligerante en las guerras en desarrollo, llevando al país a situaciones de inseguridad de los cuales es difícil encontrar algún parangón en la historia nacional. Las permanentes provocaciones en la comunicación oficial y en el sistema de redes sociales montado desde el gobierno para crucificar mediáticamente a los opositores, es de esperar que tengan su retorno en las redes y su correlato en la calle. La violencia latente en la sociedad se puede palpar a cada paso. La irresponsabilidad de las tomas de posición en la política internacional del Poder Ejecutivo, con respecto a los alineamientos internacionales, también puede tener su retorno. Nada es gratis.


En este contexto nada agradable, la lucha de las potencias por los recursos naturales se vuelve evidente y descarnada. La Argentina los posee, varios y en grandes cantidades. Lo que la vuelve apetecible. No sólo es un gran productor de comida, sino una gran reserva de minerales, de agua, de energías, por poseer un territorio que es el octavo en extensión del mundo. El significante pan no se reduce sólo a la comida, sino a todo aquello que es capaz de nutrir la vida. En los contextos de guerra, cuando impera el odio, el hambre siempre se hace presente. En un país con 50% de pobreza, mucho más. Por eso hoy, pedir por pan es un imperativo. Hay hambre, va a haber más.


El aumento evidente del desempleo en la Argentina, conecta los dos conceptos, el de pan y el de trabajo. El mundo marcha a situaciones cada vez más difíciles. No sólo por el bajo nivel de los líderes actuales, al menos en occidente, donde el único de los relevantes que aboga decididamente por la paz, el amor y el fin de los enfrentamientos, es el papá Francisco; sino por la decadencia de la hegemonía de la gran potencia de occidente que, como es lógico, no se va dejar vencer sin dar pelea.


En el mundo desafiante que vivimos, un reclamo general por las consignas señaladas puede ser un llamamiento internacional que se articule desde la CGT pasando luego a OIT. Hoy, en las condiciones de comunicación actuales, es pensable realizar acciones simultaneas en diferentes países con coordinación a través de redes sociales. Las problemáticas que angustian a los argentinos no son distintas a las que llevan, en distintas latitudes, a un descreimiento de la democracia y al crecimiento de las políticas del odio.


Paz, pan y trabajo puede ser el punto de partida de una reacción nacional y global a las políticas del odio. Puede transformarse en un significante que logre articular una multitud de demandas y malestares, a la vez que transformarse en un freno a la política del caos y la destrucción. La reconstrucción de un proyecto occidental de vida, de amor y de paz que se oponga al del fracaso actual que lleva a la muerte, el odio y la guerra, no sólo es posible, es necesario.


Se hace evidente la necesidad de estas consignas. Tan simple como eso. Esto puede hacer que millones de vidas encuentren la felicidad, que haya proyectos que se reconstruyan, sobre todo un proyecto para occidente que sea capaz de ofrecer seguridades perdidas. ¿Y por qué desde Argentina? Porque aquí supimos construir y transitar esos días más felices.






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