Por décadas en los países desarrollados y en muchos países en desarrollo como los países de Asia o Brasil, para citar un ejemplo cercano y de impacto en Argentina, se han efectuado diversas medidas de política fiscal y comercial para promover el desarrollo industrial.
A partir de 1990 se impuso en el mundo un paradigma de liberalización económica que redujo dichas intervenciones. Como mencionamos en un reciente artículo en Ámbito, como señala el economista Ha Joon Chang los países desarrollados ya “habían usado la escalera para ganar en competitividad” y proponían patear la escalera para que nadie más alcance su nivel.
Si: más allá de intencionados latiguillos es necesario analizar qué hace el mundo, entender el contexto e insertarse virtuosamente en la aldea global, para maximizar las capacidades productivas de la Nación. Así lo cierto es que, como reconoce el propio FMI (ver en el blog del FMI “Industrial Policy is Back”, abril de 2024) las políticas industriales han regresado en estos últimos años en todo el mundo.
Así a diferencia de los años '90, cuando el mundo parecía avanzar hacia una globalización y una apertura ilimitada en el marco del “fin de la historia”, el mundo asiste a una nueva era de desglobalización selectiva, en el marco de una feroz guerra hegemónica de bloques. Por eso si la apertura económica de los años 90 se hizo en un contexto de liberalización global, el peligro de efectuar tal estrategia y a ultranza es que el mundo ha reforzado su proteccionismo y las consecuencias para nuestro país pueden ser severas a mediano y largo plazo.
No solo es grave que en la Argentina se denueste el uso de instrumentos de política económica, sino que el país no implemente y desmantele sin discriminar su necesidad y eficacia, medidas orientadas a una política de desarrollo y de promoción sectorial no solo en la industria, cuando el mundo refuerza el proteccionismo y medidas estatales de promoción a todo nivel.
El FMI señala claramente que “la pandemia, el aumento de las tensiones geopolíticas y la crisis climática generaron preocupaciones sobre la resiliencia de las cadenas de suministro, la seguridad económica y nacional y en términos más generales, sobre la capacidad de los mercados para asignar recursos de manera eficiente.”
“Como resultado, los gobiernos se vieron presionados para adoptar una postura de política industrial más activa”, indicó el organismo. A diferencia de lo que señala el Presidente y como nadie discute en los gobiernos desarrollados, el FMI sigue afirmando: “Estas medidas pueden ayudar a abordar las fallas del mercado, como las intervenciones relacionadas con la transición climática”.
Repasemos distintas iniciativas de protección del mercado interno como otras de comercio internacional, subsidios y otras políticas activas para “nacionalizar” la producción:
Medidas de comercio internacional:
El FMI en conjunto con Global Trade Alert, relevó que en 2023 hubo más de 2.500 intervenciones de política industrial en todo el mundo. De este total dos tercios son medidas proteccionistas para proteger el mercado interno.
Según los datos del FMI y GTA este tipo de medidas ha sido impulsado principalmente por los países desarrollados China, la Unión Europea y Estados Unidos que representan casi la mitad de todas las nuevas medidas en 2023.
De ganar Donald Trump las elecciones en EE. UU es muy probable que esta tendencia creciente de medidas restrictivas se acentúe.
Subsidios:
La introducción de subsidios creció de menos de 500 en 2008 a más de 6000 en los países desarrollados y a 7000 en los países en desarrollo en 2022. De 2008 a 2014 los países desarrollados implementaron más subsidios en su economía y desde 2014 fueron mayores las medidas en los países subdesarrollados, pero desde 2019 el ritmo de crecimiento de subsidios en el G7 crece en mayor proporción.
Otras medidas de política industrial para “nacionalizar la producción”:
Un 36% de las medidas adoptadas globalmente son para promover la competitividad, un 29% son medidas para mitigar los efectos del cambio climático, un 14% con fortalecer las cadenas de abastecimiento, un 13% por razones geopolíticas y un 7% por “seguridad nacional”
El FMI destaca que los sectores que recibieron más políticas activas fueron los productos de doble uso militar y civil y las tecnologías avanzadas, incluidos semiconductores y tecnologías bajas en carbono, así como sus componentes, y los minerales críticos, un tema clave que requiere, usar inteligentemente los recursos y agregar valor en nuestro país. Estados Unidos, Europa y China han promovido en estos años refuerzos presupuestarios a la investigación en Universidades, a organismos críticos (como en Argentina Invap y Arsat entre otros) y fomenta con subsidios, protección arancelaria y pararancelaria y un cronograma de compras gubernamentales para desarrollar las ventajas comparativas dinámicas de sus economías.
No existiría Internet ni inteligencia artificial sin Estado, ni muchos bienes y servicios que usamos a diario en nuestra vida cotidiana. Y eso requiere, como señala el propio FMI y hacen los países desarrollados, políticas que el mercado por sí solo no puede efectuar. Es vital entonces promover la calificación de la mano de obra, promover la ciencia y la tecnología, fomentando la investigación en ciencias tanto duras aplicadas. Las Universidades y el Conicet son claves para nuestro futuro. Tanto el FMI como el Banco Mundial han reconocido la miopía de restricciones fiscales de caja que vayan en desmedro de la inversión de largo plazo incluida la educación y la investigación que generan ventajas competitivas imprescindibles para ser una Nación. Una cosa es hacer más eficiente el Estado, el sistema educativo y el productivo, otra muy distinta es condenarlos a la desaparición con las trágicas consecuencias en el corto, mediano y largo plazo que ello conlleva.
Queda claro que el contexto global asigna al Estado un rol clave en defender el mercado interno, fomentar la competitividad de los sectores productivos y asignar mediante medidas fiscales y de precios, medidas de cuidado para la oferta interna de bienes y servicios y garantizar la demanda interna para sostener el crecimiento.
Por supuesto que esta conceptualización no implica desconocer que en el pasado hubo un uso y abuso de medidas activas que en muchos casos no promovieron la competitividad ni el empleo y tuvieron un alto costo fiscal, además de proteger el mercado sin garantizar precios ni abastecimiento adecuado en cantidad y calidad.
Pero el país no puede tener un Estado anómico sino debe contar con un Estado presente e inteligente que favorezca el desarrollo del mercado. No hay que abonar antinomias estériles que el mundo ya saldó. No hay Estado sin mercado y no puede haber mercado sin Estado.
Es claro que los instrumentos no son malos ni buenos en sí mismos y el contexto geopolítico y económico, exige como hacen gobiernos de diverso signo político y de diverso poderío económico tener una política de Estado que promueva sectores económicos competitivos con valor agregado para poder atravesar con éxito, o sea crecimiento sostenido, empleo genuino y viabilidad fiscal y externa, los desafíos de un mundo complejo con diversos riesgos bélicos que obligan a tener una estrategia soberana racional, en el marco de una integración regional que no puede abandonarse.
Director de Synthesis
Ex Presidente del Banco Central de la República Argentina