Con el clima social en la temperatura más elevada de lo que va de la gestión libertaria y fresca aún la colosal derrota del oficialismo nacional en las urnas bonaerenses el domingo 7 de septiembre, esta semana Milei intentó traer tranquilidad y apaciguar tanto a la ciudadanía como a los agitados mercados nacionales y extranjeros. Sin embargo, la jugada no salió de acuerdo al plan, porque en múltiples barrios de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires se oyeron cacerolazos, bocinazos y toda clase de ruidos como protesta contra el Gobierno.
La ola de repudio se escuchó desde Recoleta y Palermo hasta La Plata, pasando por Balvanera y Almagro, La Boca, Caballito, San Telmo y otras tantas localidades y municipios del Área Metropolitana y sus alrededores. Mientras tanto, el Presidente aseguraba que 'lo peor ya pasó' y pedía a la sociedad que, pese al ajuste más grande de la historia de la humanidad, se arremangue porque “el camino es arduo pero el rumbo es el correcto” y ponga el lomo: 'Si no terminamos el proceso de cambio, habremos tirado a la basura todo el esfuerzo que hemos hecho'.