Tras la caída de la Unión Soviética, la OTAN se extendió hasta Rusia. Por su parte, Argentina es aliada extra-OTAN desde 1998 como conscuencia de una iniciativa de Carlos Menem. Ahora, el presidente Javier Milei busca que el país sea “socio global”; algo que ya intentó sin éxito Brasil durante la gestión de Jair Bolsonaro.

Pero la situación de Argentina es aún más difícil e insólita. No sólo asume un perfil beligerante que hasta ahora nunca tuvo, sino que toma partido en una tensión internacional que no le es propia.

Por otro lado, en su historia reciente, Argentina sólo fue a la guerra en una sola oportunidad en Malvinas y lo hizo contra un miembro fundadador de la OTAN (y la OTAN): Gran Bretaña. Es casi cantado que Inglaterra bloqueará el ingreso argentino a la alianza del Atlántico norte.

Sin embargo, Milei y su gobierno están convencidos de que su alineación con Estados Unidos podría garantizarles un lugar en la organización militar. 

“Me reuní con Mircea Geoana, Secretario General Adjunto de la OTAN. Le presenté la carta de intención que expresa la solicitud de Argentina en convertirse en un socio global de esta organización. Seguiremos trabajando en recuperar vínculos que permitan modernizar y capacitar a nuestras fuerzas al estándar de la OTAN”, afirmó el ministro Luis Petri en sus redes sociales. 

La Organización del Tratado del Atlántico Norte tiene sede en Europa pero es digitado por Estados Unidos, ya desde su propia creación el 4 de abril de 1949. La alianza comprende un sistema de defensa colectiva por el cual los Estados integrantes acordaron defender a cualquiera de sus miembros que sea atacado por una potencia externa.