02/03/2023 -
POR UNA MAYOR INVERSIÓN EN LA PROTECCIÓN SOCIAL DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF acaban de publicar el informe global conjunto Más de mil millones de razones: La necesidad urgente de lograr una protección social universal para la infancia. Se trata de un llamado de atención sobre el impacto devastador de la falta de protección social en la niñez. CONTINUAR LEYENDO ....


A nivel mundial, ya son 1.460 millones de niños y niñas entre cero y 15 años que no reciben prestaciones básicas de protección social. Esta cifra, que aumenta cada año desde 2016, refleja una situación alarmante. Sin una protección adecuada, los niños y las niñas quedan más expuestos a la pobreza, las enfermedades, la falta de escolarización y la malnutrición.

Asimismo, tienen más probabilidades de ser víctimas del trabajo infantil y de las distintas formas de esclavitud moderna. Actualmente, en esta región hay 8,2 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años que trabajan. En Argentina, esta situación alcanza a 1 de cada 10 niñas, niños y adolescentes menores de 15 años. La cifra se duplica en las zonas rurales del país, donde los niveles de pobreza y vulnerabilidad son mayores.

El escenario, además, se agravó como consecuencia de la Covid-19, que impactó en los mercados de trabajo y acentuó la fragilidad de los grupos más vulnerables. De hecho, la crisis provocada por el coronavirus marcó un retroceso en los avances que se habían conseguido a nivel global en la reducción de la pobreza infantil. Como respuesta a la crisis de la Covif-19, muchos gobiernos introdujeron nuevos programas de protección social o adaptaron con rapidez los que ya existían para apoyar a las familias. Sin embargo, la mayoría no hizo reformas permanentes para garantizar una protección frente a crisis futuras.

Por ello, de acuerdo con el nuevo informe, ningún país del mundo se encuentra en condiciones de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible que apunta a lograr una amplia cobertura de protección social para 2030. En el caso particular de América Latina y el Caribe, la cobertura se redujo de 51 a 42%.

En Argentina, de acuerdo con estimaciones basadas en datos oficiales, más del 90% de las niñas, niños y adolescentes cuentan con alguna forma de cobertura del sistema de protección de ingresos. Sin embargo, persisten desafíos en torno a la universalidad, las inequidades y las distintas capacidades de protección de los subsistemas, asociadas a la condición laboral de sus madres y padres.

La pobreza infantil es un efecto directo, entre otros determinantes, de los déficits de trabajo decente de las familias. En Argentina, 9 de cada 10 niñas y niños en situación de pobreza monetaria viven en familias en las que al menos una persona adulta trabaja. El 76% de esas chicas y chicos pobres reside en hogares con personas adultas que tienen trabajos informales o relaciones laborales precarias. En este sentido, es clave promover la creación de más y mejores empleos para las personas adultas, asegurando condiciones adecuadas y trabajo decente.

Además, para reducir la pobreza infantil en todas sus formas, es necesario invertir en bienes públicos, servicios de salud y educación de calidad. Como indicó un informe reciente de Unicef sobre pobreza multidimensional, dos de cada tres niñas y niños de Argentina (el 66%) son pobres por ingresos o están privados en el ejercicio de derechos básicos, como el acceso a la educación, la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro.

Cuando se garantiza la protección social de los niños y las niñas, se les garantiza un derecho y se les brinda la oportunidad de desarrollar todo su potencial y contribuir de manera significativa a sus comunidades y a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, cuando se les niega esa protección, se les deja en situación de vulnerabilidad y se perpetúa el ciclo de pobreza y exclusión.

No hay atajos para cumplir con esta meta. Solo existe el camino largo: una inversión adecuada en protección social universal para la infancia. Puede parecer costoso a corto plazo, pero es una inversión rentable para el futuro. Con estas prestaciones es posible mejorar el bienestar de la infancia y reducir los costos asociados con la pobreza, como la atención médica y la educación.

Es necesario que los gobiernos, las organizaciones de empleadores y los sindicatos, junto con los organismos internacionales, trabajen juntos para hacer frente a este desafío. Fortalecer los sistemas de protección social es una inversión ética y racional que nos sitúa en el camino correcto hacia el desarrollo sostenible y la justicia social, sin dejar a nadie atrás. Así, debemos actuar con determinación y compromiso para construir un mundo más justo y equitativo para la infancia y las generaciones futuras. Invertir en protección social universal para la infancia es invertir en nuestro futuro común.

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