“La enfant terrible”, como solía llamarla el papa Francisco, lleva más de cinco décadas dedicada a acompañar a mujeres transexuales y feriantes de Ostia, en los márgenes de Roma. Fue ella quien en reiteradas ocasiones acercó al Papa a la comunidad trans, llevándolas a las audiencias de los miércoles en el Vaticano.
Durante la pandemia, junto al cardenal Konrad Krajewski, Jeanningros gestionó asistencia para personas en situación de vulnerabilidad extrema. Incluso logró que el Papa visitara el parque de atracciones de Ostia, el 31 de julio de 2024, donde bendijo una imagen de la 'Virgen protectora del espectáculo ambulante y del circo'.
Su historia está marcada por el dolor y la lucha por la memoria. Geneviève es sobrina de Léonie Duquet, monja desaparecida en 1977, víctima del terrorismo de Estado en Argentina. En 2011, declaró en Comodoro Py durante el juicio por delitos de lesa humanidad, en el que fue condenado Alfredo Astiz.
Su vínculo con Francisco fue estrecho y constante. Además de visitas personales, la monja asistía semanalmente a las audiencias papales, donde llevaba a grupos LGBT+, nómades y artistas circenses.
El lunes, Geneviève despidió a su amigo de toda la vida con un gesto puro: una oración, unas lágrimas, y la dignidad de una despedida que conmovió al mundo.