La realidad imita al arte, dicen que dijo alguna vez el escritor inglés Oscar Wilde y en la Matrix Argentina de Javier Milei y sus fanáticos, la frase suena lógica. Una creación del terror ficcionado, con intérpretes reales.

Realidad vs. Ilusión: La película plantea un dilema sobre si es mejor aceptar una verdad amarga o disfrutar de una mentira placentera, reflejando debates epistemológicos de filósofos, con esa base que remite a la Caverna de Platón.

A su modo y a los gritos, Milei hizo campaña en 2023, asegurando que “no había plata”. La escena surrealista se completó el domingo 10 de diciembre de ese año, con una pequeña multitud coreando la consigna, al tiempo que el flamante mandatario daba su primer discurso de espaldas al Congreso.

La primera imagen no adelantaba absolutamente nada, porque plata había y hay. Solo que el pequeño “detalle” de su distribución marca que fluyó de manera obscena hacia los sectores concentrados, por supuesto a costa de las mayorías medias y populares, que este año disminuyeron sus ingresos de una manera violenta.

El dato de los 14 meses de caída de consumo es una de las demostraciones de la transferencia de ingresos, regresiva y acelerada, aunque vendan que la inflación baja.

La escena del discurso de Milei en su debut con la banda (presidencial), adelantó mucho más de lo que sería y es su gestión al frente del Estado al que supuestamente iba a destruir. Gobierna por decreto y cuando no puede comprar voluntades en el Congreso, vuelve a apelar a la firma digital para el verdadero rol que ejerce en el Estado: ser el garante de la entrega del país, como se volvió a verificar esta semana, con el enésimo capítulo de “acuerdo” con el Fondo Monetario Internacional.

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Libertad y Destino: Matrix plantea si somos realmente libres y si el destino puede ser controlado, utilizando la figura del oráculo y el papel de Neo como «el elegido». El “viva la libertad carajo”, con el que Milei cierra sus alocuciones desnuda que no hay destino si no se mira con profundidad las variables de una época compleja, que tiene tantos elementos disruptivos que se suele repetir que es el tiempo en que “se rompió la Matrix”. ¿Acaso el propio Milei, cuando “difundía” la cripto $LIBRA, estaba gozando de su tiempo libre después de trabajar de Presidente?

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Voluntad y Control: La lucha de Neo por controlar su destino y liberarse de las máquinas simboliza, en la película, la búsqueda humana de autodeterminación frente a fuerzas externas. Llevado al plano de la realidad argentina, la historia demuestra que esa liberación siempre es colectiva y que necesita grados de organización crecientes, que le den cuerpo y sustancia a las formas de la bronca.

En este tiempo parte de esa confrontación se da, aunque no lo sepamos, contra los poseedores de las máquinas y sus derivados. A la Inteligencia Artifical no hay que destruirla, como hacían los luditas, un movimiento obrero de artesanos y obreros calificados en la Inglaterra de la Revolución Industrial, que se opuso a la introducción de nuevas máquinas. Veían en los artefactos el riesgo para sus actividades, de alguna manera su propia existencia.

A la IA hay que ponerla al servicio de mejorar las vidas humanas y hacer más humanas las vida de los pueblos.

Tres siglos después el dilema se repite, con la diferencia que los “patrones” se han evaporado en la niebla de los paraísos fiscales y sus rostros son apenas conocidos. Solo los magnates dan la cara en nombre de los “inversores”, pero en el fondo son parte de una burbuja especulativa, que se mueve a la velocidad de la luz.

Son los personajes, como Elon Musk, a los que tributan Milei y su gobierno.

En el fondo la batalla se repite

Mencionar al Fondo Monetario Internacional (FMI), no precisa explicaciones en un país como Argentina. Los 28 acuerdos con el organismo, luego del ingreso en 1956 a la institución dominada por Estados Unidos, implicaron siempre un retroceso para los intereses nacionales.

Los planes de ajuste, la garantía para el salvataje de los capitales concentrados, con un carácter cada vez más especulativo y la puesta del Estado al servicio de la apropiación de los recursos naturales y sociales, fueron la constante.

¿Porque habría de ser diferente el acuerdo 29, que esta semana la Cámara de Diputados convalidó?

Un acuerdo del que no se conocen las condiciones, pero que no puede interpretarse como una audacia de los legisladores que acompañaron el Decreto de Necesidad y Urgencia que lo anuncia. No votaron a libro cerrado, como se dijo, acaso para alivianar las responsabilidades de los 129 votos positivos y la complicidad de ausentes y abstenidos.

Debieron haber sabido, aunque acaso nunca asistamos a una autocrítica, que cada acuerdo con el Fondo implica dos cuestiones centrales. Por un lado la demostración de la fragilidad o crisis de un rumbo económico y político. Por el otro, que las consecuencias siempre las paga el pueblo, del que se dicen representantes.

Circuló bastante ese archivo de Milei en 2018, cuando en su calidad de economista mediático que pasaba más horas en la tele que con sus perros, criticaba a Luis Caputo y en definitiva al gobierno de Mauricio Macri, por haber tenido que acudir al FMI.

Los años pasan muy rápido, aún en la Matrix del Sur del continente.