05/11/2024 - POR CARLOS BLASCO
LO NUEVO VIEJO

Pasado el tiempo inicial de estupor e incomprensión que caracterizó los primeros meses de este gobierno (utilizo el término “gobierno” porque este grupo de ocupación del estado gobierna eficazmente para algunos sectores), surgen algunas evidencias que definen sus objetivos y formas. No considero necesario describir las arbitrarias medidas del gobierno y sus nefastas consecuencias para un gran sector de la población, puesto que hay sobreabundancia de comunicadores plañideros incapaces de superar propositivamente sus trágicas crónicas. ...LEER MÁS ...


La irrupción de este proceso en la vida argentina por sus características inhumanas activadas en los ajustes salvajes, fue considerada como algo nuevo en la política. Pero no es nuevo en su esencia ni sustancia.


Con otros actores ya en los años 30 del siglo pasado, un jurista conservador (Carl Schimtt) que posteriormente adhirió al nazismo, ejerció una defensa a los regímenes autoritarios que representaban liberales y conservadores, justificando los estados de excepción que le imponían a sus sociedades.


Creo que no hay disenso en que estamos bajo un estado de excepción habida cuenta que esta gestión se funda en decretos o facultades “extraordinarias” posibilitadas por un decreto y su posterior extensión en la denominada Ley Base hasta estos días posibilitados por una “oposición” dialoguista o connivente.


Los argumentos de aquel jurista y los del presente presentan grandes similitudes: el núcleo del argumento de Carl Schmitt era que el Estado social es débil, ya que responde a las demandas que emanan de la sociedad, particularmente de los trabajadores, sosteniendo que es necesario reforzar y organizar el Estado en torno a sus fuerzas armadas, policiales o militares.


El eje central del gobierno, (autodefinido como anarco liberal pero en la práctica neoliberal clásico) es la misma de esos regímenes: reducir la cobertura social de la población, de las instituciones y asociaciones civiles y en simultáneo intensificar el control sobre los individuos y organizaciones sociales. Aquí aparece el sesgo autoritario del modelo aplicado actualmente en Argentina. Esto se visualiza entre otros casos, en la destrucción de los servicios públicos, en la del sistema previsional, en el cercenamiento de los derechos laborales etc. hechos que exhiben sin ninguna cosmética su objetivo de desmantelar la arquitectura legislativa y social construida a lo largo de años de luchas y avances del campo popular.


Ante estos objetivos y sus consecuentes reacciones, el gobierno debe recurrir a la brutal represión apartándose aceleradamente del sistema democrático.


En el neoliberalismo imperante, la democracia sólo se piensa como una formalidad. Su narrativa y fundamento se basa en que mientras se respeten las reglas, fundamentalmente las suyas, el sistema estará bien, lo cual posibilita una retórica radical que define a todo aquel que critique sus prácticas o señale aspectos autoritarios en sus procedimientos como un dictador que atenta contra el “orden establecido” y el bienestar de la gente de bien.


Desde luego este sistema tiene sus apoyos que en la práctica superan la mera figura presidencial y su entorno ejecutivo. Todos estos soportes no surgen desde lo ideológico sino de su extrema conveniencia en términos de concentración económica y de poder. Su naturaleza es la visión corporativa por sobre la de un modelo de estado social y presente, y se fundan en las falacias que pregonan sus voceros consuetudinarios con ropajes de “economistas serios”.


El estado residual que pretenden, es el que es eficiente para sus propios intereses y privilegios, siendo su concepción la de un darwinismo inhumano.  


Son regímenes con resabios del orden monárquico que usufructúan sus potestades extra legislativas, practican la sistemática destrucción de las más acendradas tradiciones populares en nombre de la batalla por el cambio cultural, eufemismo que encierra la sola intención de deconstruir la identidad de los pueblos a los que someten.


Este escenario se completa con la hasta hora falta de respuesta de los políticos en la oposición y la derivada inacción de las masas populares. Intentaremos encontrar algunos factores que posibilitan este estado de sin respuesta. 


Estos sistemas asfixiantes generan múltiples crisis provocando un estado de incertidumbre e impotencia e inhibe la posibilidad de adaptación necesaria para la resiliencia, todo lo cual se resume en la cada día mayor distancia reaccionaria a lo político.


Los sentimientos de ira, cansancio o consternación son tanto más agudos cuanto que cada vez hay menos niveles intermedios (asociaciones, sindicatos, partidos) para regular la relación con un Estado central acusado de no ocuparse de los problemas cotidianos.


Se evidencia la incapacidad de los partidos y la falta de liderazgos potentes capaces de construir una narrativa creíble que permita una proyección reparadora en lo inmediato y visión positiva a mediano y largo plazo.


Las sociedades se sienten imposibilitadas de participar en los profundos acontecimientos que significan la evolución constante y vertiginosa de las tecnologías. Son espectadores pasivos de los grandes temas de la agenda mundial como la inteligencia artificial, la cuestión del cambio climático y las guerras que ya no son tan ajenas ni lejanas.


A diferencia de lo que ocurre en otros países que impulsados por populismos de derechas se enfocan en lo “nacional”, este régimen se muestra como antinacionalista tanto en sus formas como en sus acciones. Se desentiende de reclamos históricos ante organismos internacionales, implementa medidas macro económicas que perjudican tanto al consumo como a los productores, reduce servicios públicos denostando a todo lo que es del Estado y lo inédito al incorporar a los actos y direccionalidad del gobierno a una religión minoritaria en los argentinos.


En síntesis, solo es posible superar esta emergencia social, política y cultural con un proyecto propositivo que logre credibilidad en los distintos estratos y fuerzas vivas que componen nuestro país. Se hace Imprescindible que sea el Movimiento Obrero en su conjunto el que protagonice la reacción reclamando no solo mejoras salariales sino la totalidad de las condiciones que son las bases de un estado de pleno derechos y que posibilite la organización y proyección de su comunidad cuyo objetivo sea la imprescindible felicidad del pueblo.


Carlos Blasco


Noviembre 2024


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