Según informaron las autoridades, el principal sospechoso fue detenido en Rio Grande do Sul, donde se lo sorprendió in fraganti en posesión ilegal de armas. Además, en el marco de la investigación, un adolescente resultó aprehendido en Río de Janeiro por almacenar material de abuso sexual infantil. Las pesquisas identificaron a un grupo que reclutaba jóvenes a través de internet con el objetivo de planear ataques coordinados. Los implicados difundían mensajes extremistas y alentaban a cometer delitos en transmisiones en vivo, informó la Agencia Brasil.

La Subsecretaría de Inteligencia de la Policía Civil activó el alerta tras detectar publicaciones con amenazas contra niños, adolescentes y miembros del colectivo LGBTQIA+. El grupo definía el ataque como un “desafío colectivo” en busca de lograr notoriedad en redes sociales. Los investigadores identificaron a usuarios que promovían radicalización, autolesiones y contenido pedófilo como mecanismos de pertenencia.

Más delitos

Durante el operativo, que se denominó “Fake Monster” en alusión al apodo que la artista utiliza para sus seguidores, la policía desplegó acciones en cuatro estados brasileños. Efectivos de unidades especializadas cumplieron 15 órdenes de allanamiento en Río de Janeiro, São Paulo, Rio Grande do Sul y Mato Grosso. En los procedimientos secuestraron dispositivos electrónicos y documentos que ahora están bajo análisis.

El operativo evitó cualquier impacto en los asistentes al recital, según destacaron fuentes oficiales. Las autoridades actuaron con discreción para prevenir el pánico y evitar la difusión de información distorsionada.

En paralelo, otro grupo de agentes detuvo a 16 personas acusadas de integrar una banda criminal que lideraba el robo y comercialización ilegal de teléfonos celulares en el estado de Río. Los arrestos se produjeron cuando los implicados intentaban recolectar los dispositivos sustraídos durante el show. Cuatro de los detenidos estaban identificados como jefes de la organización.

Coordinación

La investigación reveló que el grupo operaba con sofisticados sistemas tecnológicos para desbloquear celulares. Además de la reventa en el mercado negro, algunos miembros ofrecían cursos virtuales para enseñar a vulnerar dispositivos. La policía incautó cerca de 200 celulares, seis notebooks, lectores de tarjetas y componentes de teléfonos.

Ambos operativos reflejan el accionar coordinado entre fuerzas federales y locales para enfrentar las amenazas emergentes en grandes eventos, así como la creciente profesionalización del crimen organizado digital. Las autoridades continúan con la investigación para identificar a otros involucrados y prevenir nuevos incidentes de este tipo.