Según informó Yuri Ushakov, asesor del mandatario, Putin comunicó el hecho al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y subrayó que el episodio impactará en el curso de las negociaciones y en el enfoque de Washington hacia Kiev. La advertencia introduce un factor de alto riesgo en un momento de contactos diplomáticos sensibles y eleva la probabilidad de una escalada del conflicto.

De acuerdo con la versión rusa, fuerzas ucranianas intentaron atacar con más de 90 drones una residencia presidencial en la región de Nóvgorod durante la noche del 28 al 29 de diciembre, apenas después de una ronda de conversaciones en Mar-a-Lago. Ushakov sostuvo que Trump reaccionó con sorpresa e indignación y que expresó alivio porque su administración no entregó misiles de largo alcance Tomahawk a Ucrania. Para Moscú, el contexto temporal del episodio refuerza la gravedad política del hecho y obliga a revisar entendimientos previos.

Límites

El mensaje del Kremlin apuntó a marcar límites. Ushakov afirmó que Rusia revisará su postura sobre acuerdos alcanzados en etapas anteriores y sobre “soluciones que se perfilaban”. El canciller Serguéi Lavrov reforzó esa línea al asegurar que acciones “imprudentes” durante negociaciones intensas no quedarán sin respuesta y que las Fuerzas Armadas rusas ya definieron objetivos y tiempos de una eventual represalia. En términos políticos, Moscú busca disuadir nuevas acciones y condicionar la agenda diplomática, al tiempo que traslada presión a Washington.

La advertencia rusa introduce un dilema para Estados Unidos. Por un lado, la Casa Blanca procura sostener canales de diálogo para encauzar el conflicto; por otro, enfrenta el riesgo de quedar atrapada en una dinámica de escalada si Moscú ejecuta respuestas militares. Trump, que calificó su conversación con Putin como “muy productiva”, evitó validar públicamente la versión rusa, aunque reconoció haberse enterado del episodio y consideró que “sería una pena”. Esa cautela refleja la complejidad del momento y la necesidad de evitar decisiones que profundicen el enfrentamiento.

Rechazo de Kiev

Desde Kiev, el presidente Volodímir Zelensky rechazó de plano la acusación y calificó el relato ruso como una “historia falsa” destinada a justificar ataques contra Ucrania. En su mensaje, advirtió que las declaraciones de Lavrov resultan peligrosas y buscan sabotear avances logrados por equipos negociadores ucranianos y estadounidenses. La desmentida ucraniana abre una disputa narrativa que complica aún más la verificación de los hechos y alimenta la desconfianza entre las partes.

Más allá de la controversia, el impacto político del episodio resulta innegable. La mención a una residencia presidencial introduce un umbral simbólico elevado y reduce los márgenes para la desescalada. En ese marco, cualquier respuesta militar rusa puede provocar reacciones en cadena y recalibrar el involucramiento occidental. Con negociaciones frágiles y posiciones endurecidas, el conflicto ingresa en una fase de mayor incertidumbre, donde un incidente puntual amenaza con desbordar los canales diplomáticos y reactivar una lógica de confrontación abierta.