En términos simples, no todos los bienes y servicios impactan de la misma manera en el presupuesto familiar. Productos como la carne, las verduras o las frutas se compran de manera frecuente y forman parte del consumo diario, mientras que otros bienes —como indumentaria o electrodomésticos— se adquieren de forma esporádica, con intervalos que pueden extenderse por meses o incluso años.
Alimentos caros y bienes durables baratos
Esta diferencia en los hábitos de consumo explica por qué una suba en los alimentos se percibe de forma inmediata, mientras que una baja en el precio de la ropa o del calzado suele pasar inadvertida. Aunque el índice general pueda mostrar una desaceleración, el impacto subjetivo está determinado por aquellos rubros que pesan más en el gasto mensual de los hogares.
De esta forma, una familia puede sentir que "todo aumenta", aun cuando algunos bienes estén bajando de precio en términos relativos, simplemente porque esos productos no forman parte de su consumo cotidiano.
El rol clave de los precios relativos
A este fenómeno se suma un factor central: el cambio en los precios relativos. Buena parte de la presión sobre los presupuestos familiares proviene de aumentos en rubros que crecieron por encima de la inflación promedio y, en muchos casos, por encima de la actualización de ingresos.
Las tarifas de servicios públicos y los alquileres aparecen como los principales responsables de este desfasaje. Se trata de gastos fijos, difíciles de ajustar o postergar, que terminan absorbiendo una porción cada vez mayor del ingreso mensual.
Lo que muestran los datos
Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), confirma esta dinámica. Entre noviembre de 2023 y noviembre de 2025, siete componentes del índice de precios aumentaron su precio relativo, mientras que cinco lo redujeron.
Según el estudio, los alquileres y los servicios públicos conforman el rubro que más se encareció en términos relativos en ese período, con un incremento del 55%. En el extremo opuesto, las prendas de vestir y el calzado registraron el mayor abaratamiento relativo, con una caída del 29%.
De manera llamativa, el informe también señala que la salud fue el servicio que menos aumentó su precio relativo entre ambos meses, con una suba de apenas 4,4%.
La presión sobre los hogares
Si se observa únicamente el último año, el rubro que más aumentó su precio relativo fue la educación, con un alza del 18%, mientras que nuevamente la indumentaria encabezó las bajas, con un retroceso del 12%. En ese período, los alquileres y los servicios públicos se ubicaron en segundo lugar entre los aumentos, con una suba cercana al 10%.
La combinación de estos factores —inflación promedio más baja, pero fuertes subas en gastos esenciales— explica por qué, aun con índices oficiales en descenso, muchas familias sienten que su poder adquisitivo continúa deteriorándose y que el ajuste sigue presente en la vida cotidiana.


